martes, 15 de marzo de 2011

QUE LAS HADAS NO APAGUEN SU LUZ







Luciérnagas, bichitos de luz los llamaba yo de pequeña. Ellas alumbraban muchos de mis sueños cuando cambiaban a pesadillas. Hadas vestidas de oro y reflejadas en los cuentos infantiles.
Cuando escribo, esas pequeñas criaturas van marcando una senda que debo rellenar de palabras. Algunas dedicadas al amor, otras a la vida, también a la niñez y a la ancianidad, pero todas formando un puzzle de intenciones que consigan alumbrar también los sueños de los demás.


Hace cuatro días, las hadas de luz se apagaron, sus lágrimas no las dejaban brillar, el país del Sol Naciente estaba de luto, y ellas como cualquier ser de la naturaleza lloraban por el enfado de la tierra y del mar. Quieren que les diga que no hay tiempo para coger carrera, que sólo podemos dar pasos hacia adelante, que la naturaleza no perdonará ningún agravio más contra ella, y que la única forma es optar por soluciones radicales.
Que cada uno piense en sus seres queridos y en una situación como la de nuestros hermanos japoneses, ¿qué harían? ¿a donde irían? ¿cómo conseguirían salvar a sus hijos, hermanos, nietos?. Aquí incluyo a los jefes de gobiernos y a los dueños de grandes empresas, aunque claro para ellos están los refugios preparados para cualquier emergencia. Pero aún así, tendrían familiares a los que no podrían salvar a tiempo, ¿no se sentirían culpables de ser parte importante en la tragedia?

Mis bichitos de luz vuelven a lucir, han visto la esperanza, queda gente con buenas intenciones, reciclan, ahorran en energía, protestan contra las centrales nucleares, lloran cuando se talan millones de árboles, y los niños de hoy vuelven a leer cuentos de hadas. Sus sueños brillan resplandecientes.


HOMENAJE A JAPÓN







Imágenes extraidas de Internet
Escrito por: Carmen Franco (Miembro del Club de Letras de la Uca y de la revista Literaria Spéculum)