¡A
veces merece la pena ver películas en televisión aunque haya que
armarse de paciencia con los anuncios! El largometraje norteamericano
"La Boda" (The Wedding, 1998) es uno de esos contados
casos, y no por exhibir a la exuberante actriz Halle Berry, sino por
ahondar en la profundidad de familias que viven en la apariciencia a
lo largo de varias generaciones a costa de su propia felicidad.
Si
miramos alrededor, y en Navidad es un momento muy apropiado para
ello, tristemente, en general, nos hemos acostumbrado a vivir
manteniendo relaciones basadas en "lo políticamente correcto",
la apariencia de crear un mundo perfecto, de puertas para afuera,
como es el caso de citada película, se ha convertido en parte de la
cotidianidad, lamentablemente.
Cuando
somos niños, espontáneamente nos comportamos tal y como somos, pero
según vamos creciendo, vamos pasando por un proceso de domesticación
que en demasiadas ocasiones nos hace vivir interpretando personajes
que nada tienen que ver con nuestra verdadera forma de ser. Llega un
momento que "el personaje creado" puede usurpar nuestra
verdadera personalidad y ni nosotros mismos lleguemos a ser
conscientes de que hemos perdido el contacto con nuestra esencia.
Los
padres tienen una labor fundamental a la hora de educar y fomentar
que sus hijos sean ellos mismos, en lugar de la proyección de sus
sueños, intereses y planes de vida. Pero si los padres no han
recorrido el doloroso camino del autodescubrimiento, es imposible que
puedan enseñar a sus hijos. En ese caso, serán los hijos los que
tendrán que tener la valentía de romper "la cadena de montaje"
en algún momento de sus vidas y luchar por ser ellos mismos "le
pese a quien le pese". Siempre hay personas en todas las
familias que "rompen los esquemas y patrones establecidos"
para dar un salto evolutivo en el desarrollo de la historia familiar.
Estas personas suelen ser juzgadas, señaladas y marcadas como "las
ovejas negras", cobrando este color un matiz especial de
purificación y de iluminación, en la sombra, para alcanzar un
estado de paz interior que solo se consigue siendo honesto y
consecuente con uno mismo.
El
más difícil todavía para las personas que osan romper las
creencias familiares establecidas es el no dejarse atrapar en los
chantajes emocionales de otros, en sus limitaciones, en la
utilización de la culpa para encerrarte en el redil y no permitirte
volar. El miedo a dejar de ser querido, a perder la idea de
pertenencia a una familia puede resultar absolutamente paralizador
para aquellas personas que luchen contra corriente.
¿Dónde
encontrar las fuerzas para atreverse a ser uno mismo por encima de
las creencias e imposiciones de aquellos que dicen queremos, pero
solo si hacemos lo que nos exigen? ¡Siempre dentro de uno mismo! La
fuerza está en atreverse a "dejarlo todo para alcanzarlo todo"
que decían Teresa de Jesús y Juan de la Cruz. La luz está en tomar
conciencia de que al fin y al cabo nos aferramos a ideas ilusorias de
la Vida como son "la necesidad de pertenencia y el querer ser
amados y aceptados por otros"... El individuo en realidad no
pertenece a nada ni a nadie porque todo es efímero en la Vida, y el
amor y la aceptación están dentro de cada cual. Si alguien no
respeta tu libertad de elección, ni te ama ni te acepta, por tanto
¿por qué dar tanto valor a alguien tan pobre de Espíritu?...
A
veces, algunos descubren tarde que desperdiciaron su vida
interpretando papeles para ser aceptados al más alto precio, a costa
de su libertad, dignidad y de su propia Vida.
Una
margarita nunca fue creada para ser una rosa. No se puede esperar que
un gato sea tan veloz como un león, eso lo sabe quien nos creó para
ser tal y como somos. ¡Aceptémonos también nosotros mismos!
Escrito
por: MARIA CICUENDEZ LUNA
Periodista,
Maestra de Reiki (Usui, Shiki Ryoho), Terapeuta de sonido,
Cristaloterapia y Esencias Florales (clases y terapias).
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información en:
mariacicuendez.webs.com
mariacicuendezluna.blogspot.com
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